Según el Decreto 3/2015, 23 enero, por el que se regula la autorización, la acreditación, el registro y la inspección de Entidades, Centros y Servicios Sociales de la CARM y se establece la tipología básica de los mismos, define el recurso de Vivienda Tutelada como:

“viviendas destinadas a personas con discapacidad que posean un grado suficiente de autonomía personal, y se configura como una pequeña unidad de convivencia, con asistencia y supervisión de una entidad que ofrezca y promueva la atención integral de los residentes”.

Se trata de un recurso para personas que no necesitan la institucionalización, pero sí de otros apoyos, para desarrollar de forma más eficaz su autonomía, para vivir y relacionarse en la comunidad de manera que eviten su desarraigo. En este contexto, las personas que lo deseen, continuarán con su proceso de rehabilitación con una actividad totalmente normalizada, con atención y supervisión las 24 horas al día, todos los días del año.

Los residentes de la vivienda tutelada, con el apoyo de un equipo multidisciplinar y operando de forma coordinada con los demás recursos sanitarios y psicosociales, gestionarán las actividades cotidianas desarrolladas en el día a día de una casa, como parte fundamental de su proceso de rehabilitación, para que vaya alcanzando cotas mayores de autonomía, dentro de un contexto de seguridad y confort. De este modo, logramos crear un entorno de cercanía, compartido con otras personas, en el que además de su rehabilitación, se trabajará para que puedan sentir que este es su propio hogar.